

El cerebro es un órgano que nunca deja de sorprenderme. Desde su celda oscura y silenciosa dentro de nuestro cráneo reconstruye el mundo que experimentamos a través de nuestros sentidos y lo llama realidad.
Concentrémonos en la vista: al abrir nuestros ojos vemos lo que nos rodea de manera instantánea, en color y con un detalle espacial y temporal extraordinario. Una mirada nos permite identificar objetos, su color, su forma, su textura, su tamaño y la ubicación relativa con otros objetos. Y todo esto es solo una introducción de lo que es capaz el ojo.
El problemas es que por más poderosos que parezcan nuestros ojos, solo envían información parcial y limitada al cerebro. ¿Sabías que si estiras tu brazo y miras tu pulgar, eso es todo lo que podes ver en alta definición y con plenitud de color? El color termina 20 a 30 grados fuera de ese foco y el resto de tu vista es borrosa (se que lo intentaste jaja). Tenes dos puntos ciegos del tamaño de un limón y pestañeás entre 15 a 20 veces por minuto, lo cual te deja ciego por aproximadamente el 10% de tu vida despierto y ni siquiera ves en tres dimensiones.
La pregunta es: ¿Cómo experimentamos nuestra vista tan perfecta? Parte de la respuesta está en el cerebro. Esa parte borrosa de la que hablábamos recién es super sensible a los cambios en patrones y texturas así como el movimiento. Esto explica porque a veces "vemos" cosas que no están ahí. Así también no vemos cosas que están ahí. Hay un límite de cuánto nuestros cerebros pueden procesar y si se pasa ese límite se elimina automáticamente y se vuelve literalmente invisible.
Jesús es mi amigo invisible. Aunque no lo pueda ver Él está ahí. Conocerlo ha sido una aventura más allá de lo que pueda explicar con palabras. Sus promesas siempre se han cumplido (aun cuando muchas veces no como lo esperaba). Su cercanía y abrazo me han sostenido cuando creía que no podía más. Me amó cuando mi vergüenza no me dejaba levantar mi cabeza y se llevó toda mi culpa. Mis ojos fallan (a tal punto de tener miopía y astigmatismo) pero Él es real. Es a través de la fe que puedo verlo con claridad y su fidelidad es la evidencia de que Él va a cumplir lo que prometió aunque hoy no lo pueda ver.
Fe es la realidad de lo que esperamos. Es la prueba palpable de lo que no podemos ver.
Hebreos 11:1