El retorno del hijo pródigo | Rembrandt | 1662

Andrés Arévalo 30 Nov 2020
hijo prodigo

Acá estoy, de rodillas. Sollozando sin poder expresar en palabras tanto amor: sos mi hijo amado, quien alegra profundamente mi corazón. Este es mi hogar. Extrañaba el abrazo de su voz. La luz de sus manos sana y la oscuridad desaparece. Solo quiero dejar la rebeldía y rendirme a su amor. Este amor que no tiene medidas. Amado antes de que alguien me pueda amar y aceptado antes que cualquiera me pueda rechazar. En las palmas de su mano tiene grabado mi nombre. Incondicional e ilimitado. Un amor que me busca y me conoce. Siempre se alegra de que vuelva y siempre quiere celebrarlo.

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Andrés Arévalo

Amo las intersecciones entre la Biblia y el arte
No hay nada como la mejor historia.