

Hupomoné es una de mis palabras favoritas del Nuevo Testamento. Normalmente se traduce como "paciencia" o "resistencia" pero es casi imposible encontrar una palabra que la represente plenamente en nuestro idioma.
Podemos encontrarla en Romanos 5:3 en conexión directa con situaciones límites que ponen a prueba nuestro carácter: "Nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar hupomonēn".
Otro caso es Santiago 1:3 donde nos dice que huponomé perfecciona nuestra fe: "Ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la hupomonēn tiene una oportunidad para desarrollarse.
Pablo nos recuerda en Romanos 15:4 "Las Escrituras nos dan esperanza y ánimo mientras esperamos con hupomonēs hasta que se cumplan las promesas de Dios."
No es la paciencia del que se sienta y agacha la cabeza con derrota, rogando que pase la tormenta que se avecina. Es la capacidad de resistir no por simple resignación sino porque tiene una esperanza que lo lleva a ver más allá. No es la paciencia que aguarda infantilmente el fin, sino que espera radiantemente un nuevo y mejor amanecer. Es la cualidad que nos mantiene firmes contra lo que venga. Cambia las peores desgracias en gloria porque no se queda en el dolor, ve la meta.